¿Es posible escribir con odio? No sé. Creo que me va tocar hacer el intento.
Si estás en tu casa y de fondo suena esa canción que te llega a las extremidades y te dan ganas de golpear la primera cara que se atraviese; si te das cuenta que la dirección en la cual estabas apuntando era la incorrecta, incluso, después de haber gastado todos tus cartuchos, quemado toda la pólvora, roto todas las vestiduras; si el día es lindo pero te tenés que quedar en tu puta casa simplemente por esas inercias inexplicables de la vida, ahí te vas dando cuenta que estás llegando a ese estado interesante en el cual deseás tener al frente un saco de boxeo para fundirlo a puñetazos.
Luego llega ese alguien a tu casa, te mira y te pregunta “¿Qué te pasa?”. Te ajustás, tratando de no aparentar incomodidad. “No pasa nada”. Claro que no pasa nada, el odio no pasa, el odio se queda, para joderte la vida hasta la llegada de algún evento medianamente distractor, ahí es cuando se larga; eso o una siesta.
Ah!!, me doy cuenta que el odio no deja concentrar, suerte muerte hijueputa!
Juan Camilo Marín
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