viernes, 26 de julio de 2013

Carta para Medellín


Querido Medellín,

Hoy en medio de tan larga travesía me detengo por un momento para recordarte y regalarte unas cuantas palabras. 


Ahora en este calor y en el ya sufrido frío del invierno pasado he recordado y sigo recordando tu sabroso clima. Pido una disculpa por mis eventuales reclamos frente a una esporádica lluvia veraniega. Eso no es medianamente comparable con las extremas temperaturas a las que he sido expuesto en el viejo continente. 

Tus delicias culinarias las extraño a diario. Una arepa en la mañana, unos frijoles en la tarde o la empanada para rematar el día. Lo cierto es que esto de comer pan de almuerzo y no saber qué desayunar me ha potenciado las ganas de engordarme a punta de tus platos tradicionales. 

Recuerdo mientras recorría tus calles que miraba de un lado para otro a las bellas mujeres que te adornan. Debo decir, mi querido Medellín, que el dolor de cuello se ha reducido desde que estoy tan lejos de ti.

Medellín, quiero que sepas que tus dolores son míos. Me duele demasiado cuando gentes ignorantes te hacen dañó. Y es que se debe ser ignorante para dañarte. Espero de corazón que esa violencia e inseguridad que te agobian se apaguen. 

Quiero aprovechar esta oportunidad, mi natal Medellín, para darte las gracias por haberme recibido en tu valle. Mi niñez y juventud no hubieran sido las mismas si no las hubiera vivido en ti. 

Hoy me di cuenta que este es el primer año que no estaré en tu alegre Feria. Sólo deseo que te adornen con flores, alegría y música. Sería un completo mentiroso si dijera que no te extrañaré por estos días. 

Me despido, no sin antes mencionar que dentro de poco me verás de nuevo caminando por tus calles y parques, y que al respirar de manera profunda tu fresco aire sabrás lo mucho que te quiero sin necesidad de murmurarlo. 

Atentamente, tu orgulloso ciudadano,

Juan Camilo Marín

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